José Zaldívar.
Saludando a los amigos de People´s Climate Action.
A últimas fechas se ha puesto de moda anteponer el apocope Eco a cualquier, eco parque. Eco proyecto, Eco discurso, Eco campaña política, Eco campaña de ventas, Eco producto, Eco demás. Creyendo los ingenuos que con meter la Eco basura bajo la Eco alfombra pueden presumir que están con el Medio Ambiente. Que visión tan corta.
Esta “eco visión” nos recuerda un documento publicado hace poco más de tres décadas por los chilenos Ariel Dorfman y Armand Mattelart en donde describían lo que después se convertiría en un clásico de la literatura en ciencia política latinoamericana:” Para leer al pato Donald” (1972), obra en la que estos autores revelaban los mensajes ideológicos enajenantes de las historietas de Walt Disney, ya convertidas en lectura de masas.
En realidad esta obra aborda solamente una de las dimensiones de Disney para disfrazar al mundo de magia, luces e ilusiones, pues la otra, la de los parques de diversiones, secuela de la primera, no fue abordada y, hasta donde sé sabe, aún se encuentra a la espera de ser analizada y vuelta a armar por un pensamiento social crítico.
Al releer “Para leer al Pato Donald” después de 30 años el lector reafirma que Walt Disney se gana, y por mucho, el mérito de ser el Gran Anestesista de la Globalización Neoliberal. Él Zen Zei político y moral de muchos líderes en el arte de disfrazar la realidad, al estilo de Hollywood, Las Vegas, Televisa, Tvazteca... y más que la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público no nos permite decir.
A poco más de cinco décadas del invento de Disneylandia y sus “eco derivados”, ese mounstro y sus engendros reciben a la fecha la visita de más de 30 millones de personas al año, y encabezan la lista de los parques temáticos a escala mundial, con presencia en 26 países.
A esos “Eco parques” le han agregado “eco hoteles”, “eco canales de televisión” y otros “eco servicios” y, para no quedarse rezagados, por cierto el nombre del tour es Eco-Disney.
Disneylandia y sus derivados los Parques Temáticos son sin duda la más grandes fábricas de anestesiados sociales, son un gigantesco lavador de cerebros a escala global y con una permanencia de más de cinco décadas.
¿De qué manera Walt Disney y su equipo concibieron el Universo Natural dentro de su imaginario, necesitado de la diversión y el relajamiento justo después de finalizada la Segunda Guerra Mundial?
En Disneylandia, el mundo de la naturaleza no solamente aparece como una realidad fantasiosa, como un escenario para las aventuras del hombre occidental, industrioso y urbano en un medio desconocido e inhóspito; también hace constar el poder de la tecnología industrial al insertar animales robotizados en la jungla, junto a personajes heroicos salidos del repertorio hollywoodesco, como Tarzán, ó Indiana Jones.
En los “Mundos Disney, Televisa San Ángel, Tvazteca, los Pinos”, la selva tropical aparece convertida en set cinematográfico, desprovista de sus habitantes milenarios, las culturas indígenas son parte de la escenografía, estática y dominada, es decir, desprovista de procesos y adaptada a las necesidades de la historia que se cuenta o se vive.
Además de la jungla, el parque integró desde su inicio los bosques templados y las culturas originales de Norteamérica, pero estas últimas fueron sustituidas al paso del tiempo por un espectáculo de Winnie Pooh y otras sandeces en el recorrido conocido como Critter Country.
Con ello trascendió al zoológico y al museo, lo mismo que a la reserva natural y al sitio arqueológico. Su banalización de la naturaleza y de las culturas ha dejado huella en millones de seres humanos (con la especial presencia de los niños), inoculando en sus mentes una idea tergiversada y superficial del mundo de la naturaleza y de quienes por milenios han vivido de ella y con ella. Disneylandia ha sido el modelo a imitar. Hoy, los cotos de caza y los campos de golf han dado paso a los parques temáticos de orientación ecológica… como lo viene siendo, por ejemplo Xcaret, un complejo “Ecológico Temático”, sobre el que existen varias denuncias por violación de la Ley Ambiental de México.
La publicidad temática ofrece, al mundo, una nueva muestra de particular ideología al confundir al parque XCaret, que es un Centro Privado de Diversiones, con una Reserva para la Conservación de la Biodiversidad. Más para la cúpula política empresarial de este país ese aspecto “les vale mangles”.
Tal es la distorsión de la visión de Madre Naturaleza que el año pasado en ese lugar se festejo el Día Mundial del Medio Ambiente, recordando que el presidente de República nos revelo en su en su discurso una visión maniquea, superficial, mercantil y falta de sustento de lo que realmente es la conservación del Medio Ambiente.
La preferencia por Xcaret es altamente significativa si se tiene en cuenta que la península de Yucatán, y en especial Quintana Roo, han sido fértiles escenarios de numerosas experiencias sociales en relación con el buen manejo y la conservación de la riqueza biológica. Un fenómeno conocido y reconocido en todo el mundo.
Esas experiencias han sido realizadas por decenas de comunidades mayas, como los ejidos forestales, cuyos productos maderables han sido certificados internacionalmente, los productores de miel o chicle orgánicos, o las 50 comunidades de Quintana Roo que, en un acto digno de ser imitado, decidieron de manera colectiva ceder y conceder parte de sus territorios para la conservación de la flora y la fauna.
Al ignorar estas experiencias de las comunidades mayas, una cultura que lleva algo más de 3 mil años conociendo, manejando, utilizando y respetando a la naturaleza, el Gobierno de la República volvió a mostrar el cobre e inauguró, sin saberlo, una nueva categoría de protección biológica en México: las Disneylandias de la Naturaleza.
Con ello se esta negando la historia y la cultura milenaria de este país y rindió de nuevo un homenaje al elitismo. Afuera del acto se quedaron no solamente los indígenas, sino los ambientalistas encabezados por Greenpeace México y, se teme la pérdida de cuatro décadas de investigación en biología de la conservación cuándo menos.
El año pasado se testifico en México el Día Mundial del Medio Ambiente, tomados de las manos, Tribilín, Carlos Slim, Mickey Mouse, Achim Steiner Director del programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, el pato Donald, Fher (el cantante sinarquista de Maná), el titular de la Semarnat, junto con Dumbo y otros asesores parecidos, celebraron el Día Mundial del Medio Ambiente, bajo la batuta de uno de los siete enanos, y teniendo a Blanca Nieves como la Madre Tierra.
Por fortuna, gracias al operativo militar desplegado, no lograron colarse al acto ni la bruja del bosque, ni el capitán Garfio ni el Tío Mac Pato. Y eso ciertamente, todos los mexicanos sin excepción, debemos agradecerlo.
Bienvenidos a Cancún amigos de People´s Climate Action
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por sus comentarios